jueves, 28 de septiembre de 2017

El Principito y la Rosa




Amar que palabra más inmensa y que difícil,
Sobretodo por lo que implica.... El conocerse.
El conocerse que difícil por lo que implica.... saber del otro.
Donarse que palabra más inmensa por lo que implica..... darse de si mismo al otro.
Conocerse... Donarse al otro, que difícil,  por lo que implica...
y amar, tirarse al vacío pero desde el conocimiento del otro y de si mismo.
Si no te conoces ¿Cómo vas hacerte conocer por el otro?,
Eso lo trae consigo el transcurso de la vida y sus experiencias en ella y el aprendizaje de las lecciones que te da la vida.
¿Estás dispuesto a tirarte al vacío pero sin paracaídas, sin el ala y los mandos del parapente?
 A mi me gusta volar pero....
Sin red ¿Quién es capaz de tirarse al vacío?.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

¿Cómo Sería?



Quiero estar con tu otro yo,
El que me hace reír,
El que me coge la mano sin permiso,
El que me hace un guiño,
El  que me cuenta un cuento al acostarme
Y me recita una poesía al despertar,
El que suelta una lágrima tras ver una película
O hace palomitas de maíz en el microondas
En tu casa o en la mía
Y ver un DVD o un viejo VHS
Y tras eso una sesión de pasión
Que me haga sentir fuegos artificiales.

Quiero estar con tu otro yo,
El que me lleve a la terraza de un bar
Y tomemos unas cañas
Y no paremos de hablar,
Que tenga mil y una cosa que contar
O la trama de una novela que le haya hecho vibrar,
Que vayamos a ver los pueblos blancos de cualquier lugar y el mar,
Que me lleve de viaje en su coche
Y me explique la historia de ese pueblo o esa Catedral.

Quiero estar con tu otro yo,
Que hagamos el Camino de Santiago
Y me de la mano al caminar,
Sujetarme, en una ladera,
Hacer un biplaza en un parapente y volar,
Que estemos los dos a gusto,
Nos miremos y sonriamos,
Porque estamos con la vida en paz.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Amor de Perro

Érase una vez un perro que de repente se había quedado en la calle sin familia, no se lo explicaba,  por más que se preguntaba qué había hecho mal tan solo recordaba que le había dado cariño a su amo: era obediente, hacía sus necesidades en la calle, nunca en la casa y además jugaba con los niños, hasta que nació el bebé y aunque no había hecho nada malo salvo intentarlo cuidar, le habían sacado de aquel hogar, no entendía nada. Y así, barruntando qué había ocurrido para que sus amos cambiasen su forma de ser con él, deambuló por la calle horas, sin comer, sin saber a dónde ir, perdido y preguntándose una cosa: ¿Y ahora que iba hacer?

Dejó atrás la ciudad y siguió caminando triste y afligido. Llevaba un par de días en su vagar errante cuando un olor a comida le condujo hasta la puerta de la casa de una finca. Ladró y rascó con una pata la madera hasta que acudió el que parecía el guardés. El hombre lo vio tan lastimado y cansado que lo dejó pasar. Todos se volcaron con él y le colmaron de atenciones. La cocinera le ofreció un plato de  comida tras haberle bañado, después le ofrecieron un rincón junto a la chimenea para que se calentase y se desentumeciese del frío que había sufrido en su deambular. Agradecido por aquel recibimiento, olvidó los días de lluvia que le habían llevado hasta allí y feliz se recostó y se quedó dormido. Todos le cogieron cariño en seguida, y el animal supuso que eso era buena señal, y si se portaba bien a lo mejor le dejaban quedarse, y así tendría un nuevo hogar.

A la mañana siguiente el guardés se lo presentó al amo quien al verlo apenas se inmutó.

-¿Para qué quiero yo un perro? Aquí no hay niños con los que jugar. –dijo serio.- No sé,  no sé, déjelo en la cocina, procúrele un rincón y ya le diré. Tengo que salir de viaje, que se acostumbre a la finca, que salga y entre y si a mi regreso sigue aquí ya veremos qué hacemos.

Y así se hizo. Lo trataban como de la familia. Entraba y salía cuando quería y se fue ganando el cariño de todos. El dueño de la finca volvió a las dos semanas y le echó un vistazo con semblante serio pero contento de ver que tenían un animal fiel y joven que seguro le haría compañía en aquel lugar tan apartado y guardaría la casa en su ausencia.

-Bien, bien parece que tiene buen aspecto y que es dócil, bueno que pase al salón, junto a la chimenea y que se acostumbre a mí.

Y el perro pasó y pronto se acostumbró a estar allí en esas estancias más nobles y ya no se separó del amo, al que ya consideraba así. Le acompañaba a diario en sus largas caminatas por la finca, o bien iba detrás y alrededor suyo cuando iba a caballo. Le encantaban esos paseos, porque le servían de ejercicio y era lo más que se alejaba de la casa, demostrando su fidelidad a quien consideraba su nuevo amo.

Y pasó el tiempo; se sentía feliz y a gusto con su nueva familia, pero había algo que no se explicaba, ¿Dónde iría el amo cuando pasaba esas temporadas tan largas fuera? En su ausencia, él le echaba mucho de menos y un día decidió seguirle aunque sabía que no era fácil, porque él se metía en un coche, y colarse sin que le viera no era tan sencillo; ya lo había intentado una vez pero el amo lo pilló y lo sacó del vehículo.

-No puedes venir conmigo, en otra ocasión será. Ya iremos a la ciudad, daremos un paseo y te la enseño, ¿vale? –dijo con tono jocoso el amo. Y el perro se fue a jugar dócil y obediente y no volvió a intentarlo esperando que su amo cumpliese su promesa.

Y un día que no lo esperaba el amo lo llamó, le puso una correa y le animó a subir al coche. “¡¡Vaya!!¡¡ Que bien!!”, pensó el animal y montó confiado al tiempo que recordó la vez que en la anterior ocasión que había vivido la misma situación su antiguo amo lo abandonó. Se resistió por un momento, pero la sonrisa de su amo le hizo ver que en esta ocasión eso no iba a suceder.


Cuando llegaron a la ciudad, le sorprendió regresar a andar por las calles rodeado de gente y  olfateaba todo como si no hubiera estado nunca antes allí. De repente volvió a tener un flash de su antigua familia, recordó a los niños y hasta percibió el aroma del bebé, y sintió pena y un poco de miedo. Se detuvo en seco en medio del paseo porque volver a la ciudad, ya no le parecía tan buena idea y tan solo deseaba regresar a la finca donde se sentía a salvo y seguro; y empezó a ladrar.

El amo creyendo que lo hacía de contento se rio y le palmeó el lomo:

-¿Qué? Te gusta, ¿verdad?

Y el perro volvió a ladrar más fuerte y dar vueltas inquieto sobre sí mismo.

-¡Pero chico, relájate si acabamos de llegar!. Ya sé que hay mucho ruido pero en seguida te acostumbrarás, vamos a dar una vuelta y así estiras las patas que llevamos un buen rato sentados en el coche.

El perro lo miraba todo con aprensión, imaginándose lo que sería andar de nuevo por las calles solo y abandonado. No quería. Otra vez no. No lo podría soportar una vez  más y se arrimó a las piernas de su amo, que le palmeó en el lomo para tranquilizarlo. A pesar de su fuerte carácter el amo le había cogido cariño al perro y viceversa, ya eran inseparables y el perro al notar su muestra de cariño se calmó. Dejó atrás sus temores y empezó a disfrutar del paseo y ladró saltando a su alrededor, ésta vez sí ya de contento.

Iban caminando y vio a unos niños jugar y los miró con pena pensando en los hijos de su anterior amo pensando: ¿Dónde estarían?, ¿habrían sentido su marcha?

Lo que no sabía es que en aquel preciso instante, desde el otro lado del parque alguien se fijaba en él y miraba perplejo sin creer lo que estaba viendo, que el perro hubiera sobrevivido a aquel día de tormenta en que lo dejó suelto; tras aquel día, se había dicho una y mil veces que no tenía que haberlo hecho y aunque se arrepintió, por más que salió en su busca ya no dio con él temiendo que le hubiese sucedido lo peor. En la distancia se alegró de verle, y volvió a recordar el drama vivido en casa y sintió pena por sus hijos. El bebé no lo notó, pero el más mayorcito que tenía 9 años lloró y lloró y salió a la calle durante un mes en su busca sin éxito, sin dejar de culpar a su padre porque se le hubiese escapado bajo la lluvia, y lloró todas las noches hasta que no le quedaron lágrimas.

Sin dudarlo un instante, se acercó a hablar con aquel hombre seguro que al escucharle lo recuperaría, que no le importaría, y que al contarle  la historia de lo que verdad pasó, entendería su situación… y es que él no quería, fue cierto que se precipitó pero habían sufrido mucho por el nacimiento del bebé, un niño especial que había nacido con síndrome de Down y temiendo que el animal le pudiese lastimar sin querer…, lo dejaron marchar. Jamás se perdonaría que la gente le hablara sobre la conveniencia de tener un perro cerca de su pequeño; él no lo creía, no sé lo explicaba porque siempre había sido cariñoso con los niños pero se vio desbordado por la situación y se asustó. Con el tiempo comprendió su error y se lamentaba: cómo pudo pensar que le haría daño, era inconcebible.

Al verlo de nuevo, jugando y saltando alrededor de su nuevo amo, asumió que había sido injusto con él y que no se lo merecía. Pero no pudo frenar la imperiosa necesidad de acercarse a él y pedirle perdón. Sin pensarlo se acercó y se agachó mirándole, palmeándole la cabeza y acariciándole el lomo... El perro no se lo creía, aquella mano que le acariciaba no era desconocida, ¡Sí, no cabía duda, era su antiguo amo!. Él no sentía rencor, lo había querido, pero como un acto reflejo se refugió entre las piernas del nuevo amo.

-Disculpe, me llamo Rodrigo. ¿Me dedicaría unos minutos?

-Sí, por supuesto. Por cierto, soy Iñigo. ¿De qué quiere hablarme?

-De ese precioso perro que tiene junto a usted…me gustaría contarle una historia.

Intrigado Iñigo aceptó la invitación del hombre que le había abordado en la calle y se dirigieron a charlar en una terraza de una cafetería del parque. Tomaron asiento en una mesa, pidieron unas bebidas y él se echó a los pies de su nuevo amo, mientras ambos seguían hablando.


Rodrigo aprovechó el tiempo y se excusó ante Iñigo. Le contó que el perro había formado parte de su familia hasta 5la llegada de su último hijo, un pequeño que había nacido siendo especial. El cómo había hecho caso de quienes no conocían a su perro y como asustado ante que pudiese ocurrirle algo malo, un buen día lo abandonó a su suerte pero en el momento que entró en casa, y vio la cara de sus hijos arrepentido salió a buscarlo.  Iñigo escuchó con atención cuanto Rodrigo le contó. Al concluir su historia, miró al perro con pena, por lo que había sufrido, pero también pensando en la familia que había tenido antes, un hogar con risas, niños y juegos; una casa llena de amor hasta aquel aciago día de confusión en que su antiguo amo lo apartó de su familia. Y pensó en esos niños, en todo el amor que tendrían por dar y se entristeció por sí mismo, porque le había tomado cariño al perro. Pensaba en todos, no quería ser egoísta, al fin y al cabo él viajaba mucho dejándolo a cargo del servicio que le cuidaban y mimaban pero si  pensaba, con los niños sabía que ellos lo disfrutarían más pero también tendría que pensar en el perro, que era quién tendría que elegir con quién quedarse, con qué amo. Le miró  y vio que no guardaba especial rencor hacía Rodrigo sino aprensión. Iñigo también pensaba en sus largos viajes y es que nadie le preguntaba a donde iba, y es que guardaba un secreto, él también tenía un niño especial,  pero lo tenía en un colegio especial para niños difíciles, porque tenía una esquizofrenia severa y a la muerte de su mujer, no sabía él sólo manejarlo, y se iba a  los Países Bajos, dónde vivía en una casa muy bonita, rodeada de vegetación, con una fachada de colores vivos, y con monitores especializados y con compañeros en su misma situación especial, de distintas patologías. Allí vivía feliz dentro del control que tenían que ejercer sobre él, puesto que además de la esquizofrenia, era de espectro autista y se autolesionaba y pasaba allí unas temporadas cerca de su hijo, aunque hospedado en un hotel.

El antiguo amo se le acercó con la mano extendida y el perro con las orejas gachas, se acercó, la olió y al intuir con ese sentido especial que solo los animales tienen supo ver que estaba arrepentido y se la lamió. Él feliz le sonrió, al tiempo que el perro se preguntaba en qué estarían haciendo sus amitos y como seguiría el bebé especial de tierna sonrisa; entonces escuchó a su nuevo amo que le instaba a regresar con su antiguo amo.


El perro se fue con Rodrigo su antiguo amo, mirando hacia atrás y pensando que Iñigo había sido muy bueno con él y sintió pena por él, pero a Rodrigo se le veía arrepentido y pensaba a la vez en esos niños, en lo contentos que se pondrán al verlo aparecer e hizo una pirueta saltando y dando vueltas sobre si. Rodrigo se alegró de verlo contento otra vez con él y se alejaron felices del reencuentro.

Pero el perro no pudo, pensó en Iñigo su amo que sin cuestionarse nada le había tratado con respeto y con amor; además todos habían sido muy buenos con él y no podía abandonarlo así como así. No quería arriesgarse a que de nuevo lo abandonasen. Lo sentía por Rodrigo y su familia, miró a ambos pero finalmente corrió hacia Iñigo, levantó sus patas delanteras y colocó su cabeza sobre su regazo abrazándose a él. Y éste le prometió que le acompañaría en su próximo viaje.

Fin

 

©️Maria Elena López de la Cuadra 

miércoles, 20 de septiembre de 2017

La Huida


—Hola. No me digas que no y déjame entrar… ahora te explico… pero cierra la puerta. —apremió ella mientras entraba hablando atropelladamente, recuperando el aliento.
—Vale, vale, pero cálmate, ni que te persiguiera alguien —dijo él extrañado.
—Justo es eso y se me ha helado la sangre nada más verlo; lo creía muerto. Había desaparecido ya de mi vida. No me lo explico.
—Bueno, cálmate, pasa y me lo cuentas.
Pasaron a la sala de estar, ella asombrada miró a su alrededor y silbó.
—¡Valiente choza!
—No es una choza precisamente –replicó ofendido él.
—No, ya veo…—y volvió a silbar.
—Bueno, anda y siéntate. ¿Quieres tomar algo?
—Sí, gracias. Un poco de agua será suficiente; estoy seca de la impresión.
La dejó sola mientras iba a la cocina. En su ausencia ella elevó la voz para que le oyera y siguió hablando:
—Oye. ¿Y vives aquí sólo? A propósito ¿Cómo te llamas?
Él volvió a la sala de estar con una bandeja en la mano y no le habló hasta tenerla en frente por no subir él también la voz.
—Me llamo David ¿y tú?
—Paula. Me llamo Paula, mucho gusto. ¿Entonces vives sólo en esta choza superchula?
—Sí, –dijo molesto él—. Y a ver ¿de qué o quién escapas?
—¡Uff! Se me había olvidado por un momento –dijo bajando la voz—, mira por la mirilla a ver si hay alguien ahí –le ordenó susurrando.

David se levantó y se acercó a la puerta a echar un vistazo.
—No hay nadie. ¿Te explicas? Tengo una vida por vivir.
—Sí, veamos, espera que ordene las ideas, a ver por donde empiezo… Sí, lo mejor es que te cuente una historia:
“Érase una vez una niña que se llamaba Paula...esa soy yo... veamos...que tenía una familia maravillosa de esas de cuento de hadas y vivía en medio de la naturaleza en un pueblo encantador, también de cuento, con unos vecinos encantadores de esos que se ofrecen a cuidar a tu niño si vas al médico, o bien organizan una comida de bienvenida; o  de esos con los que charlas en el patio ajardinado rodeado de encantadoras casas con una fuente en el medio. Justo alrededor de esa fuente, los mayores se reunían a charlar con la abuela, sacaban las sillas de la playa y las de la casa si faltaban y mientras los adultos tenían su tertulia, los niños jugábamos al escondite o a lo que nos apeteciese. Recuerdo que en noches estrelladas poníamos las toallas de la playa en el suelo y tumbados las mirábamos y estábamos todos bajo el abrigo del hogar de la abuela hasta que se fue deteriorando y se marchó dejándonos desamparados.
_Me recuerda a la casa de mis abuelos, dijo David, también era un núcleo de casas con un patio en medio, una zona ajardinada con árboles frutales, recuerdo que los niños cogíamos higos de un árbol en la zona del fondo, salíamos corriendo y riendo con las manos llenas de nuestra pillería. Y recuerdo a una niña menuda y su hermano, ¡sí, eras tú, seguro!
_ ¡Anda!, no me digas que tú eres David, que nos alentaba a cogerlos del árbol y eras el primero en subirte y salir corriendo. ¡Qué casualidad!
—Sí, que casualidad. Pero sigue con tu historia, por favor.
_ Sigo con mi historia_ Es cierto que estaban mis padres, que eran maravillosos, con su amor como de cine eran la típica pareja que con una mirada se entiende, que terminan uno la frase del otro y hasta adivinan sus pensamientos, que van de la mano por la calle, que al acostarte te cuentan un cuento, pero no uno cualquiera, sino uno que inventaban empezando uno una parte o frase y siguiéndolo el otro; sí, era increíble…En fin, que éramos felices.
—Si, me acuerdo de ellos y de tu abuela, se juntaba con la mía, sacábamos las sillas de la playa y hacíamos un circulo y sobre todo los mayores hacían sus tertulias, los niños nos quedábamos un rato escuchando, era muy interesante, pero en seguida nos íbamos a nuestros juegos… O a mirar las estrellas.
_ ¡Qué recuerdos! Pero, tras la muerte de mi abuela, al poco tiempo a mi madre le diagnosticaron un cáncer de pecho, aunque fue tarde para ella y también nos dejó. Mi padre jamás lo superó, fue cómo si le hubieran cortado un brazo, cayó en una profunda depresión y tuvimos que estar los hijos pendientes de él. Nos hicimos adultos antes de tiempo. No es que nos cogiera muy niños; ya teníamos doce y quince años y además de los deberes del cole nos ocupamos de la casa y de nuestro padre. Sí, fueron tiempos duros en los que luchamos y nos defendimos porque tuvimos que lidiar con los servicios sociales que estaban detrás nuestro, pendientes de ver si fallábamos en algo porque mi padre se convirtió en un ser triste y oscuro que apenas vagaba arrastrando su pena sin prestarnos las atenciones que debía. Nos acostumbramos a vivir cuidándole y de repente, un día desapareció. Estuvimos pendientes de cada noticia buscando en los periódicos por si había habido algún accidente de coche, pero no. Seguimos buscando por bares y hospitales, pero tampoco encontramos señal alguna. No sabíamos qué hacer y al final los servicios sociales, enterados de nuestra situación terminaron por separarnos a mi hermano y a mí.
—Si, lo recuerdo, se habló de vuestra situación y mis padres y todos en la Colonia lo sentimos mucho, querían hacer una colecta y ver que podían hacer, hasta mis padres dijeron de recogeros por un tiempo. Pero no fue posible, no entendí nuca porqué.
_Yo era la pequeña de los dos y aunque éramos preadolescentes, yo tuve más suerte, fui a parar con una familia decente que me supo llevar y darme unos estudios y estabilidad.  Mi hermano, en cambio, rebelado contra todos dejó los estudios y se puso a trabajar. Como tenía casi 16 años, ninguna familia quiso hacerse cargo de él y acabó en un piso de jóvenes tutelados, con vete tú a saber que malas compañías; pero a pesar de todo salió adelante, aunque con el perjuicio de no verse preparado para un trabajo que no fuera ser repartidor, conserje o vigilante jurado.
—Si, Una pena, ¿sabes? Tú me caías muy bien y tu hermano, tan protector, no había quien se acercará a ti, sin estar él delante, me hacía gracia la situación.
_ Pues nunca lo noté, no me di cuenta, yo iba a jugar con todos y no me fijaba en esas cosas, siempre fui muy infantil, pero maduré, maduré de golpe con esa situación. Aunque vivíamos separados, no perdimos el contacto en todo este tiempo y siempre hemos sabido el uno del otro. Él se alegraba por mí, yo en cambio siempre he sentido lástima por él. Mientras yo pasaba noches en vela para graduarme en psicología él trabajaba a turnos como vigilante de seguridad sin mayor aspiración a mejorar. En definitiva: aunque no debería quejarme no dejo de pensar que la vida fue injusta con nosotros. El caso es que no supimos nada de mi padre en años y ahora me parece haberlo visto, perseguirme y acecharme, con un mal aspecto que da miedo."
—Vaya historia —silbó el muchacho—, o sea que del que te escondes aquí es de tú propio padre; pero si ya no eres ninguna niña. Por lo menos tienes como yo, unos 25. Debes enfrentarlo, que te diga lo que quiere, a lo mejor sólo quiere justificar todos estos años de ausencia.
—Sí, tienes razón y yo por mi profesión debería estar preparada para escucharle, pero es superior a mí. Me sube un ahogo a la garganta y unas nauseas...
—En cambio, has sido capaz de llamar a mi puerta, a la de un desconocido, y contarme tu historia, ¿y ahora qué?
—Yo...no sé, lo siento, estaba asustada…sólo quería esconderme, que él se fuera, no pensé en lo que estaba haciendo... Pensarás que estoy loca…Perdona, has sido muy amable…No te molesto más… Ya me voy…, supongo que tienes razón, si sigue ahí esperándome he de enfrentarme a él y escucharle. En cierta forma, algún día tendría que pasar, nunca creímos que estuviera muerto.
—Mira, vamos a hacer una cosa. Te voy a dar mi teléfono y seguimos en contacto por WhatsApp, Me ha encantado volver a encontrarte y saber de ti y tu familia y te quiero ayudar y así cuando hables con él me cuentas o si necesitas hablar con alguien me puedes llamar. ¿Te parece?
—Gracias, pensarás que estoy loca, pero era tan bonita mi vida, tan de cuento de hadas…
—Sí. Fue una fatalidad y muy mala suerte la que tuvisteis, pero ¿qué me dices de esa nueva familia?
—Estuvo bien, y me vino bien recobrar un poco de estabilidad. Les estoy muy agradecida, pero nunca fue igual a mi antiguo hogar. Vivir sin mi hermano se me hizo duro, aunque no me faltó de nada y aún seguimos en contacto. Desde hace dos años colaboro en un colegio llevando algunos niños difíciles, al tiempo que trabajo en un gabinete con un equipo de psicólogos realizando algunas colaboraciones; me he independizado y ahora vivo en un piso compartido con unas compañeras y la verdad es que siento que estoy bien.
—Bravo por ti. Ahora deberás enfrentarte a tu padre y escucharle. Hazme caso.
—Sí. Gracias. ¿Y qué fue de ti y de tu familia?
_Pues allí siguen mis padres, en la Colonia, yo hice una ingeniería y me independicé, pero voy a verlos. Les encantará saber de vosotros, cuando quieras vamos a la Colonia y te la enseño, sigue preciosa, siempre se habló de poner una piscina en medio, pero no quieren perder sus jardines y árboles. Pero ya no se hacen las tertulias que se hacían cuando éramos niños, eso se ha perdido, porque ya son muy mayores y la mitad falta, pero sigue siendo un sitio de ensueño, parece que allí dentro, se hubiera detenido el tiempo.
 Has sido muy amable. –dijo Paula despidiéndose. Me encantaría ir gracias y saludarles.
—Vale. Pues ya me cuentas, y estamos en contacto.
Y Paula salió con precaución por si se encontraba con aquel ser tan deteriorado que había confundido con su padre y que seguro sería tan solo un pobre vagabundo. En su recuerdo conservaba el recuerdo de un ser cariñoso al que las circunstancias de la vida le vencieron y ahora le daba miedo a pesar de que ya no era una niña que aquel ser cariñoso hubiese cambiado por culpa del dolor. Iba calle abajo absorta en sus pensamientos, con ganas de llegar junto a sus compañeras de piso cuando, justo antes de llegar a su portal, se le apareció de nuevo aquel hombre que era la sombra de lo que su padre.  Alzó las manos y le dijo:
—No te asustes mi niña. No quiero hacerte daño. Tan solo quiero hablar contigo. Lo siento tanto...–las palabras cayeron en silencio ahogadas por el llanto.
—-Yo...tú... no me has asustado –mintió Paula armándose de valor—, ha sido sólo la impresión de verte después de tanto tiempo. ¿Qué quieres?
—No, aquí no. Vayamos a una cafetería. Sé que no tengo buen aspecto para ir a un lugar público, pero...
—No importa, papá. Tranquilo, somos adultos –dijo armándose de valor y sujetándole por el brazo—. Venga, vamos.
Entraron en la cafetería se sentaron en un rincón y pidieron dos cafés con leche.
—Gracias, hija...
—No me llames hija –dijo enrabietada—. Hija no es solo a la que se concibe. Creímos que estabas muerto; nos moríamos de la preocupación. Primero la abuela, luego mamá y ¿tú? Tú, lo único que se te ocurrió fue desaparecer y ni tan siquiera has sido capaz de dar señales de vida en todo este tiempo.... –reprochó Paula sin darse cuenta de que iba alzando la voz, a cada frase, con una voz quebrada
—Lo siento. No estoy orgulloso de cómo actué; pero no podía seguir. Sé que no hay excusa, pero todo me recordaba a ella, hasta vosotros con vuestras caritas, reclamando atención me recordabais a ella, y no fui capaz de afrontar la situación..., no soportaba que me cuidaseis vosotros a mí en lugar de, al contrario.
—Fuiste un egoísta. Te fuiste cuando más te necesitábamos. ¿Acaso no recuerdas que estaban los servicios sociales detrás? Nos hacía falta tu cariño tras la pérdida de la abuela y de mamá, te fuiste, desapareciste sin dar noticias –volvió a reprocharle mirándole a la cara, intentando arrancarle una confesión.
—Ya te he dicho que no podía seguir en casa... Estuve en una casa de reposo.... se fue gastando el dinero que había ahorrado, pero no me veía con fuerzas de trabajar. Deambulé sin rumbo fijo y encontré una finca que buscaba guardés y allí me instalé tras contarle a la señora qué me había llevado hasta allí...Lo siento, pero no podía cuidar de vosotros. Allí estuve tiempo, siempre estaré agradecido a la señora que me dio cobijo y protección, aunque no resultó como ella soñaba y tras hacerse una falsa ilusión conmigo que yo no pude corresponder tuve que poner tierra de por medio. Así fue como terminé por subirme en un barco mercante. Fue muy duro, pero me mantuvo la cabeza ocupada, los meses pasados me habían ayudado a comenzar a recuperarme, pero el trabajo y tener la mente ocupada fueron determinantes en mi recuperación. Verme en altamar, a la deriva y la vida en el barco me gustó, y así fui enlazando una campaña tras otra para ir ahorrando para establecerme por mi cuenta. Y como quien no quiere la cosa así han transcurrido estos últimos 13 años. Ahora estoy preparado para volver, aunque me veas con estas pintas, tengo una casa aquí en el pueblo y quiero recuperar el tiempo perdido, estar en contacto con vosotros, saber de vosotros.
—¿Cómo es que no vas de uniforme?
—No quería llamar la atención.
—¿No querías llamar la atención? ¿Con ropa de vagabundo…no llamas la atención?
—Bueno no es lo que quería decir...verás... es que primero quería hablar con vosotros. Necesitaba saber si estabais bien... No sabía muy bien cómo hacerlo... No sabía cómo mostrarme ante vosotros, he querido acudir primero a ti, veo que estás bien. Aunque no hayáis sabido de mí, yo me puse en contacto con los servicios sociales y me pusieron al corriente, sé que has estado con una familia y te han dado unos estudios; me alegra que al menos alguien te haya dado lo que yo seguro no podía darte. En cambio, tu hermano... bueno... tuvo peor suerte…
—No te atrevas a decir nada de mi hermano, ni de mí, crecimos separados, casi trece años, ¿suerte? Si no te hubieses ido seguro que habría sido distinta su suerte…sí, yo tengo estudios, pero crecí separada de las personas más importantes que me quedaban tras la muerte de la abuela y mamá…así que no te atrevas a decir nada de nuestra vida... no te atrevas... (Y subió la voz).
—Lo siento hija, si pudiese volver el tiempo atrás, créeme que lo haría. Ahora podremos volver a empezar... dadme una oportunidad los dos; hablaré con tu hermano, no pretendo que me entendáis... sólo quiero que sepáis que ya me curé de mis heridas... y me siento fuerte para reuniros conmigo... No será fácil...yo tengo que embarcar, pero quiero que sepáis que si queréis tenéis a vuestra disposición mi hogar, el que he creado con la esperanza de volverme a reunir con vosotros…es cuanto os puedo ofrecer...
—Ahora... Ahora... ya tengo un hogar con mis compañeras, que en los últimos dos años han sido mis amigas, han hecho de hermanas, se comportan como mi familia y, además, tengo a mi familia de acogida que también son mi hogar... Y tú…, tú... –dijo enrabiada.
Se levantó y dejó a su padre sentado en el silencio del rincón de la cafetería. Iba a salir por la puerta y una fuerza invisible la hizo detenerse. Por el rabillo del ojo, echó un vistazo al hombre que triste seguía sentado en soledad y escuchó en su interior la voz de su madre que le repetía de pequeña “hija, por enfadada que estés, seguro que aún te cabe un poco de perdón en tu gigante corazón”. Dio la vuelta y regresó junto a su padre.
–…no sé qué dirá mi hermano...le aviso y a ver qué dice...
—Gracias, hija. – Intercambiaron sus números de teléfono con la promesa de seguir en contacto.
Al salir de su entrevista mandó un mensaje a David para contarle lo sucedido tras salir de su casa. David la felicitó por recapacitar tras su ataque de ira y quedaron en verse tras la nueva entrevista. Al llegar a casa habló con su hermano quien se quedó sin habla en un principio y tras escuchar el relato del encuentro con su padre terminó por acceder a encontrarse los tres. Paula envió un mensaje a su padre y le citó en el mismo bar para la tarde siguiente.
Llegó el momento que tanto habían temido todos. ¿Qué pasaría? En el aire, suspendidas, quedaban una serie de preguntas que tan solo encontrarían una respuesta si accedían a acudir a la cita que habían anhelado durante tanto tiempo. Al entrar en la cafetería, en la barra aguardaba su apuesto padre, arreglado con ropa informal que le daba una apariencia juvenil. Paula se alegró de verle en mejores condiciones y cogiendo de la mano a su hermano se acercaron hasta él. El padre, feliz de verlos, con una sonrisa invadiendo su emocionado rostro, tras un tímido saludo les invitó a sentarse.
—Ya estamos aquí. Habla.
—Hola chicos, gracias por venir, sé que esto es difícil e inesperado. Soy consciente de que no os lo puse fácil al irme y con mi acto os empujé a llevar una vida diferente a la que os correspondía. No tengo excusa y no vengo a justificarme, porque no hay nada que os pueda devolver aquello que os quité.  Solo me gustaría que de ahora en adelante poder recuperar el contacto con vosotros. Tengo una casa. Si queréis podéis vivir en ella; yo estaré embarcado la mayoría del tiempo, pero si me aceptáis, regresaré de vez en cuando a estar una temporada juntos. Además, así podréis estar juntos de nuevo. Y cuando yo vaya podremos intentar ser la familia que deberíamos haber sido. Por los gastos no os preocupéis, iré ingresando dinero a una cuenta de la que podréis disponer. Nos podemos organizar bien. ¿Qué me decís…? 

Ocultó que nunca pisó una casa de reposo donde había estado. Ocultó que había estado por deudas de juego. Ocultó que gracias a su rehabilitación pudo curarse de su adicción y le dieron la oportunidad de enrolarse.



martes, 19 de septiembre de 2017

Tu Mano



Un día te marchaste
Y aquí quedé yo
Con la pena,
Y sin palabras.
Ya sólo estabas
En mis sueños,
De madrugada.
No sabía que hacer
Con mi soledad,
Ya sólo me queda
En la memoria
Recordar los viajes,
Las risas,
En definitiva,
La vida,
No es fácil,
El amanecer
Después de la oscuridad
En la que me dejaste,
No es fácil,
Volver a la actividad,
No puedo soltarte,
No, no es fácil
La vida sigue implacable
Sin ti, no para
Ni un momento para nombrarte,
No es fácil soltar tu mano
No, no es fácil.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Voz



Papel en blanco
Todo un mundo por descubrir
Quisiera que la vida me diera voz
Para poderla describir
Con palabras bonitas
Con soltura y diligencia
Con retórica y ¿porque no?,
Retranca.

Sensación de vacío
Sensación de pérdida
Sensación de impotencia

Todo un mundo por descubrir
Quisiera que la vida me diera voz
Para poderla describir.

Cuando no era aún un brote
La vida me seccionó,
Mi historia se podría haber escrito
De color de rosa, pero se truncó
Desde entonces lucho
Por hacerme un lugar
Pero ésta es implacable
Y si no eres ágil y certero
Con el lenguaje
Te secciona con el hacha
De la indiferencia,

Sensación de vacío,
Sensación de pérdida,
Sensación de impotencia,

Todo un mundo por descubrir,
Quisiera que la vida me diera voz
Para poderla describir.

Porque no hay desidia en vivirla,
Éso no me quita dichas
Al contrario, aliciente
Para seguir.
Pero aún no era un brote y
La vida me seccionó,
Mi historia se podría haber escrito
De color de rosa, pero se truncó

Papel en blanco
Todo un mundo por descubrir
Quisiera que la vida me diera voz
Para poderla describir.


Ilustración, hecha por mi (Acrílico sobre papel)

domingo, 17 de septiembre de 2017

Tu Fragancia me sabe a Hierba


Tu fragancia me sabe a hierba,
Tu perfume a elixir,
Tu nombre me persigue
Y ya sólo me queda pedir

Pedir cuentas al destino
¿Por qué me trató así?
Apenas era una niña
Cuando me enamoré de ti
No sabía nada de la vida
Cuando te dirigiste a mí
Con esa carita preciosa
Que ya nunca se borró
De mi alma y mi corazón

¿Por qué me miraste?
¿Por qué me hablaste?
¿Por qué me escribiste?

Viví en una nube
De algodón
Figurándome la vida
Junto a ti
Y fuiste pura obsesión
Que sólo viví
En mi imaginación,
Pues eras una concha
Un caparazón,
Que no me dejaste abrir
Y ver en tu interior
La persona que eras

Me hubieras abierto los ojos
Y yo habría vivido
Mi vida en paz y feliz
Si no te hubiera conocido
Que hubiera sido de mi
Ahora quizá tendría familia
Hijos y una vida por vivir
No me quejo de mi vida
Sólo que fuiste un nubarrón
Que ya en mi alma se instaló

No es culpa tuya,
Sólo mía,
No supe ver lo que
Me venía encima
Al ver tu carita preciosa
Dirigirse a mí
Con esa voz que traspasó
Ya para siempre mi corazón.

(La ilustración es hecha por mi, Acrílico sobre papel)

sábado, 16 de septiembre de 2017

Un Beso


Pelo cobrizo,
Labios de carmín,
Flores en tu pelo,
Flores de jazmín,
Dime lo que fuiste para mí,
Si un sueño o una obsesión,
Que con el tiempo se veló,

Se desdibujó. 

No,
Fuiste algo distinto,
Algo nuevo,
Algo profundo,
Algo eterno.

Te forjaste muy adentro,
En mi mente, en mi corazón.
Fuiste parte de un sueño,
Que mi pecho albergaba un secreto, 
Que hubo una vez un beso
Y que ese beso me reveló
Un mundo nuevo de sentimientos,
Que para siempre en mi pecho, 
Eterno se guardó

viernes, 15 de septiembre de 2017

Mi Alma


Febrero  2011
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Mi alma se diluye sin palabras,
por los poros de mi piel
sin nombrarte siquiera

Preso tu nombre en mis labios
Preso tu recuerdo en mi memoria
Preso el tacto de tu piel, 
tus ojos

Vislumbro unos días claros,
tras la noche de tu mañana,
los días de mi presente,
y mi futuro, largos
y al fin tranquilos.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Deshojándose las copas otoñales

Febrero 2011
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Deshojándose las copas otoñales, 
la lluvia tras el cristal, 
veía la vida pasar. 
Era toda fuerza, 
un manantial. 
Un torrente de vida que 
se le escapaba nada mas brotar. 
Con luces de bohemia 
soñaba la vida retomar, 
en cuanto pasaran las espinas del rosal, 
el rosal de su vida, 
que veía tras el cristal. 
El rosal de su vida, 
que un día vió brillar. 



miércoles, 13 de septiembre de 2017

Lagrima al mar



Año 2001
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Soy lágrima.
Nacida en el vientre de tu pupila.
Muriendo en el mar de tu boca.
Trágame y hazme tuya,
bendecida.






Ilustración mía también, (Acrílico sobre papel)

martes, 12 de septiembre de 2017

Cómo Decirte...


Marzo 2011

Cómo decirte que te quiero si no te tengo
Cómo  decirte que te sueño
y estás en mis recuerdos
Cómo  decirte que te anhelo
si la esperanza es lo último que pierdo
Cómo  decirte…tanto…
en tan pocos versos

No puedo…

Cómo  decirte…
Si cuando lo pienso ya te echo de menos


 (Ilustración hecha por mi, un oleo sobre lienzo) 

lunes, 11 de septiembre de 2017

Mar de Alboradas



Marzo 2009
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En un mar de alboradas te siento,
En un mar de alboradas te anhelo.
En un mar de alboradas te sueño.

Sopla el mar, sopla el viento,
sopla mi alma, ávida de poesía,
avida de tu boca, ávida de tu risa,
anhelando amarte sin tenerte,
anhelando desearte sin yo existir en tí.

Si la poesía fuera aire,
fuera brisa en tu pelo,
fuego en mi pecho.
Calmaría mi sed de amarte,
mi sed de anhelarte,
mi sed de sentirte 
junto a mi fuego,
junto a mi pecho.