domingo, 10 de septiembre de 2017

París no se acaba nunca

Escrito por: Enrique Vila-Matas. 

Párrafos del libro que me marcaron: 

-"Hoy he escrito la primera página de una novela, y no sé de qué trata, pero se que me espera un año de obsesión." 

-"Recuerdo muy bien que, sentado allí en la terraza del café, me vino de golpe a la memoria una escena de Las nieves del Kilimanjaro en la que el protagonista, que se está muriendo, recuerda todas las historias que nunca escribirá: "Sabía por lo menos veinte buenas historias del mundo exterior y nunca había escrito ninguna. ¿Por qué?" 
¿Sabía yo también veinte historias?, me pregunté ese día enseguida. En verdad no, había vivido poco, tenía escasas experiencias..." 

-"El viejo y el mar. 
El libro trataba del coraje de un hombre frente al fracaso y relataba la esforzada y solitaria lucha de un viejo pescador cubano..." 

-"...Si la literatura era posible se debía a que el mundo no estaba hecho. ¿O era sólo mi mundo el que no lo estaba?"

-"Jenne Boutade solía repetir mucho esta frase: “Ningún hombre sabía quién es, ningún hombre es alguien"

-"...Si yo escribo una cosa que ya has escrito tú, es lo mismo, pero ya no es lo mismo..."

-"La palabra experiencia suena siempre horrible, pero en la época en la que uno es joven todavía suena peor...”la experiencia es como un peine para un calvo”...Estaba seguro de que la experiencia no servía para nada. Lo que aún no sabía era que era necesario tener experiencia para saber por qué no servía para nada."

-"Fui al estudio de Urselines a ver un documental sobre escritores americanos en París la generación perdida, y le escuché a Hemingway hablar de su teoría del iceberg...Trato de escribir", le oí decir, "de acuerdo con el principio del iceberg. Sólo una décima parte es lo que vemos del iceberg, el resto está bajo el agua. La historia que no está en el cuento, la que está bajo el agua, se construye con lo no dicho, con lo sobreentendido y la ilusión."
Y algo más adelante: “El viejo y el mar podría haber tenido más de mil páginas, pero no era eso lo que yo buscaba. Traté de eliminar todo lo innecesario para transmitir experiencia al lector,... no aparece de forma explicita, aunque...está ahí, pero no se ve. Es muy difícil de hacer, pero lo hice...
A la salida del estudio de Ursulines, tuve la impresión de que había aprendido más sobre la experiencia que en el resto de mi vida...¿Qué clase de experiencia personal mía es la que, a la hora de narrar, puedo yo dejar en la parte sumergida del Iceberg?...aquello de la experiencia era algo muy discutible y que seguramente se podía escribir sin ella, ejemplos no faltaban. Bastaba con cambiar el Kilimanjaro de Hemingway por el de Raymond Roussel, el autor de Impresiones de África y escritor extremadamente cerebral que no explotaba nunca sus experiencias personales, sino que se dedicaba, gracias a un método de combinaciones fonéticas que él había inventado, a narrar historias que surgían de la prosa misma, una especie de gélida poética narrativa...
El autor de Impresiones de África no viajaba para tener experiencias... Roussel no viajaba para descubrir nada nuevo sino para ver de cerca universos exóticos que habían poblado su infancia en forma de cuentos o novelas, no para tener historias que contar o que ocultar mientras contaba parte de ellas,... "Quiero dejar constancia de un hecho bastante curioso...que ninguno de estos viajes me procuró el menor material para mis libros...por cuanto muestra de modo muy palpable la importancia que tiene en mi obra la imaginación creadora."

-"Fui meditando alrededor de todo esto de camino a la buhardilla extenuado por tantas preguntas. Pocas frases tan seductoras, tan hipnotizadoras como ésta del libro de Duras.
"la escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto la vida." Es una frase fascinante. Pero ¿debemos creer al pie de la letra lo que en ella nos dice? ¿Qué dice, además, ahí? Si dice algo es en realidad muy simple"
-"Viene tan sólo a decir que la literatura es viento."
-"Esto dio paso a una conexión mental, que desembocó en una falsa felicidad. Fue como si estuviera escribiendo, pero divirtiéndome más que si escribiera, ya que no debía someterme a las rígidas normas de la cuartilla de Duras. De pronto, con los viajes de mi imaginación descubrí durante unos minutos inolvidables que mi prosa mental era capaz de navegar por superficies tranquilas tal como una barca se desliza velozmente por delante de un viento favorable. Libre y sin ataduras." 

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