viernes, 24 de octubre de 2025

El Jardín de las Pestañas


 

Había una vez una niña llamada Helara, que tenía la rara habilidad de que los sentimientos se le agarraban a las pestañas. No eran lágrimas, ni polvo, sino algo mucho más mágico. Cuando la alegría la visitaba, sus pestañas brillaban como si tuvieran diminutas luciérnagas prendidas. Cuando era la tristeza, se le posaba como un suave velo gris.

Un día, tras una despedida que no esperaba, un sentimiento de melancolía profunda y fría se le enredó en las pestañas con tanta fuerza que no podía abrir los ojos. El mundo se volvió borroso y opaco. Caminó sin rumbo hasta llegar a un viejo jardín, donde se sentó en un banco, sintiéndose perdida.

Fue entonces cuando una voz tranquila, que parecía salir del propio viento, le susurró al oído: "Cuando se te agarre un sentimiento a las pestañas... respira profundo y sonríe".

Helara, confundida, hizo lo que la voz le decía. Tomó una bocanada de aire, llenando sus pulmones del aroma de la tierra húmeda y el jazmín. Y luego, con un esfuerzo titánico, esbozó una sonrisa. No era una sonrisa de felicidad, sino una sonrisa de valentía, una decisión.

Al instante, algo mágico sucedió. La melancolía gris que nublaba su vista comenzó a resquebrajarse. De las grietas brotaron colores: el azul vibrante de su primer verano, el rojo apasionado de las amapolas que le gustaban a su abuela, el dorado del sol en la piel. El sentimiento no había desaparecido; se había transformado. Se había vuelto de colores.

Y en ese torbellino de tonalidades, Helara entendió el porqué. Vio entonces, como si estuvieran pintados en el aire con acuarela, todos los rostros que amaba, todos los momentos que atesoraba en su mente, todos los sueños que habitaban sus noches. Eran esos amores, esos pensamientos y esos sueños los que daban color a cualquier sentimiento, por gris que este pareciera.

La voz del viento susurró de nuevo, completando la verdad que ella ya sentía en el pecho: "Porque te quiero, te pienso, te sueño…"

Helara abrió los ojos por completo. El jardín no solo estaba lleno de flores; ahora también brillaba con la luz que ella llevaba dentro. El sentimiento se había desprendido de sus pestañas, pero no se había ido. Se había fundido con el aire, convertido en un suspiro de colores que ahora llevaba consigo.

Y supo, desde ese día, que ningún sentimiento, por pesado que fuera, era permanente. Solo era una visita que, con una respiración profunda y una sonrisa valiente, podía transformarse en la pintura con la que colorear su mundo.


jueves, 23 de octubre de 2025

Pétalos de un Sentimiento



Cuando un sentimiento,
frágil y nuevo,
se te agarre a las pestañas
como rocío de un sueño…

Respira profundo.
No lo ahuyentes con miedo.
Deja que se pose,
En un momento sincero.

Y entonces… sonríe.
Una sonrisa de colores,
hecha de luceros y flores.

¿Por qué?
Porque te quiero con la calma del río.
Porque te pienso con el alma en el frío.
Porque te sueño con todo el albedrío.

Porque te quiero, te pienso, te sueño…
a pleno sol, a cielo abierto.