La Dra. Martínez estaba exhausta del viaje, el congreso había sido un éxito, pero tenía muchas preguntas sin respuesta.
¿Por qué la Dra. Salvatierra vendió los muebles de su casa? ¿Por qué se quería ir y desaparecer? ¿Por qué descartó el Magnesio de la ecuación del medicamento nuevo, que tanto luchó por él y al final no quiso desarrollar?
¿Había algo que se le había escapado a Ella de la investigación? Y lo más importante que se preguntaba ¿Estaba poniendo a la población en peligro? ¿Precisamente al grupo de pacientes que a ella más le importaba? ¿Los bipolares y los que sufrían ansiedad?
En el congreso comentó esto con algunos colegas de confianza. Y todos les decían y animaban a que siguiera indagando la desaparición de los muebles a ver donde le llevaba, que eso le daría la respuesta.
Y con éste dilema, vino a Madrid desde Berlín. Y lo expuso a sus compañeros el comisario Calatrava y el agente Torres.
Que le dieron la razón en que era un cabo suelto que tenían que investigar.
Y se pusieron en movimiento. Primero llamaron a la madre de Olga, que estaba en Sevilla, éstos le plantearon la cuestión y a ella también le había extrañado. Y sobre todo lo que se encontró en el piso de la playa de Alicante cuando fue a recoger cosas de ella y querer venderlo y es que también estaba vacío de muebles. Ni rastro de pertenencias personales de Olga, ni ropa, ni nada.
Esto les escamó a los policías que se pusieron en contacto con la vecina que también lo era de la playa de Alicante de Olga. Y esta no sabía nada, salvo que encontró en su buzón de la playa una carta de Olga despidiéndose. Le decía que se iba, que quería ayudar en una oenegé que su investigación había sido un fracaso y que se iba con Médicos sin Fronteras.
Estaban reunidos en la casa de la vecina, en Madrid, la madre de Olga, que quiso acompañarlos, el comisario Calatrava y el agente Torres. En el salón, delante de una bandeja de pasteles y cafés, que había sacado esta.
— ¿Está carta cuando la recibió antes o después de su muerte? —Preguntó el comisario Calatrava
—Después —dijo Rosa —A la semana de su muerte. —Puede que el correo se retrasara, pensé yo y no le di más importancia, hasta que vino Sandra a por la llave del apartamento de Olga y vimos que estaba vacío. No me lo explico. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Y porqué? ¿Y dónde están?
—Déjenos la carta, es una prueba —dijo el comisario
—sí, sí, llévesela, es todo tan extraño —dijo Rosa
—Gracias por los pasteles, Rosa, ahora tenemos que irnos.
Y Sandra, la madre de Olga, se quedó con ella y los policías se fueron.
El comisario Calatrava y el agente Torres llegaron a comisaría y le dieron la carta a la Dra. Martínez para que la examinara y éstos le contaron su conversación con Rosa y Sandra. Y esta no se lo podía creer. —¿Pero cómo es posible? No me lo explico.
Y examinó la carta y vio unas huellas y las comparó con el banco de datos. Y vio que eran de Rosa, de Olga y de otra persona, vete tu a saber si del cartero, pero lo que más le extrañó es sacar una huella parcial y los resultados del banco de datos les extrañó a los tres allí reunidos y es que era de Alberto Corrales.
Y fueron a la cárcel a interrogar al detenido.
—Vamos a ver. Y le enseñaron la carta, —¿Esto que es?
—Jajaja, eso es
mi prueba exculpatoria, la que me exime del crimen, porque no hay ningún
crimen. La Dra. Nos contrató para hacerla desaparecer, se quitó de en medio,
nos dijo que se iba lejos a Italia, y nos puso esa carta en las manos. Yo no sé
nada más solo que teníamos que enviarla a su vecina Rosa. Dijo que así
saldríamos de la cárcel Santana y yo. Cuando comprobaran que no había cuerpo ni
nada.
—¿Cómo que no hay cuerpo? Dijo el agente Torres. —Y él y el Comisario Calatrava se
miraron extrañados. —¿y
el que encontramos? ¿Y al que la policía científica hizo la autopsia? ¿Qué me
dice de ese cuerpo?
—Ya sabe, donde hay cadáveres y se puede dar el cambiazo.
—¿Pero ¿Cómo van a engañar a la policía científica? ¿Y las
huellas? ¿Y las pruebas de tejidos?
—La Dra. Nos la proporcionó,
recuerde que ella es química y sabe de esas cosas.
Y fueron a casa de la vecina, donde seguía allí Sandra y le contaron y le expusieron la cuestión, habría que exhumar el cadáver de Olga para examinarla. Y Sandra se extrañó y se echó las manos a la cara tapándose con ellas los ojos y negando con la cabeza.
Pero accedió. Y se fueron todos a Sevilla. Al panteón familiar.
Cuando sacaron la caja y vieron que estaba vacía, solo con una carta dentro, la leyeron.
"Hola madre y todos ahí reunidos, cuando encontréis esta carta ya me habré ido lejos, perdonad las molestias y a mi colega la Dra. Martínez muchos éxitos por su excelente exposición en el congreso de Berlín. Y excelente trabajo de investigación. No tengas dudas de tu trabajo, será todo un éxito, mis miedos no hicieron más que hacerme daño. Exponerme a mi enfermedad. No lo saqué adelante porque ya no me tomaba el tratamiento, no quería más pastillas, más Litio en mi cuerpo, gracias a ti no me curaré, porque esto no tiene cura, pero estaré mejor, sin más subidas y bajadas, esta medicación tuya si me la tomaré, pero me voy, no quiero estar más expuesta a la vista de los demás, me es muy duro. Solo quiero estar sola en una casita junto al mar. No me busquéis, respetar mis deseos. Dejarme vivir sola y en paz.
Un beso a mi madre, a Beatriz, a Rosa.
Y hasta siempre".
Se miraron todos y se fueron cada uno a su casa, y los policías y la Dra. Martínez a sacar de la cárcel a Santana y a Corrales.
Y la Dra. Martínez suspiró, ya no tendría más dudas sobre la medicación que había sacado al mercado, ayudaría a su amiga y muchas más personas.
Y se fue con sus colegas a tomarse una copa.
Fin.