domingo, 10 de septiembre de 2017

París no se acaba nunca

Escrito por: Enrique Vila-Matas. 

Párrafos del libro que me marcaron: 

-"Hoy he escrito la primera página de una novela, y no sé de qué trata, pero se que me espera un año de obsesión." 

-"Recuerdo muy bien que, sentado allí en la terraza del café, me vino de golpe a la memoria una escena de Las nieves del Kilimanjaro en la que el protagonista, que se está muriendo, recuerda todas las historias que nunca escribirá: "Sabía por lo menos veinte buenas historias del mundo exterior y nunca había escrito ninguna. ¿Por qué?" 
¿Sabía yo también veinte historias?, me pregunté ese día enseguida. En verdad no, había vivido poco, tenía escasas experiencias..." 

-"El viejo y el mar. 
El libro trataba del coraje de un hombre frente al fracaso y relataba la esforzada y solitaria lucha de un viejo pescador cubano..." 

-"...Si la literatura era posible se debía a que el mundo no estaba hecho. ¿O era sólo mi mundo el que no lo estaba?"

-"Jenne Boutade solía repetir mucho esta frase: “Ningún hombre sabía quién es, ningún hombre es alguien"

-"...Si yo escribo una cosa que ya has escrito tú, es lo mismo, pero ya no es lo mismo..."

-"La palabra experiencia suena siempre horrible, pero en la época en la que uno es joven todavía suena peor...”la experiencia es como un peine para un calvo”...Estaba seguro de que la experiencia no servía para nada. Lo que aún no sabía era que era necesario tener experiencia para saber por qué no servía para nada."

-"Fui al estudio de Urselines a ver un documental sobre escritores americanos en París la generación perdida, y le escuché a Hemingway hablar de su teoría del iceberg...Trato de escribir", le oí decir, "de acuerdo con el principio del iceberg. Sólo una décima parte es lo que vemos del iceberg, el resto está bajo el agua. La historia que no está en el cuento, la que está bajo el agua, se construye con lo no dicho, con lo sobreentendido y la ilusión."
Y algo más adelante: “El viejo y el mar podría haber tenido más de mil páginas, pero no era eso lo que yo buscaba. Traté de eliminar todo lo innecesario para transmitir experiencia al lector,... no aparece de forma explicita, aunque...está ahí, pero no se ve. Es muy difícil de hacer, pero lo hice...
A la salida del estudio de Ursulines, tuve la impresión de que había aprendido más sobre la experiencia que en el resto de mi vida...¿Qué clase de experiencia personal mía es la que, a la hora de narrar, puedo yo dejar en la parte sumergida del Iceberg?...aquello de la experiencia era algo muy discutible y que seguramente se podía escribir sin ella, ejemplos no faltaban. Bastaba con cambiar el Kilimanjaro de Hemingway por el de Raymond Roussel, el autor de Impresiones de África y escritor extremadamente cerebral que no explotaba nunca sus experiencias personales, sino que se dedicaba, gracias a un método de combinaciones fonéticas que él había inventado, a narrar historias que surgían de la prosa misma, una especie de gélida poética narrativa...
El autor de Impresiones de África no viajaba para tener experiencias... Roussel no viajaba para descubrir nada nuevo sino para ver de cerca universos exóticos que habían poblado su infancia en forma de cuentos o novelas, no para tener historias que contar o que ocultar mientras contaba parte de ellas,... "Quiero dejar constancia de un hecho bastante curioso...que ninguno de estos viajes me procuró el menor material para mis libros...por cuanto muestra de modo muy palpable la importancia que tiene en mi obra la imaginación creadora."

-"Fui meditando alrededor de todo esto de camino a la buhardilla extenuado por tantas preguntas. Pocas frases tan seductoras, tan hipnotizadoras como ésta del libro de Duras.
"la escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto la vida." Es una frase fascinante. Pero ¿debemos creer al pie de la letra lo que en ella nos dice? ¿Qué dice, además, ahí? Si dice algo es en realidad muy simple"
-"Viene tan sólo a decir que la literatura es viento."
-"Esto dio paso a una conexión mental, que desembocó en una falsa felicidad. Fue como si estuviera escribiendo, pero divirtiéndome más que si escribiera, ya que no debía someterme a las rígidas normas de la cuartilla de Duras. De pronto, con los viajes de mi imaginación descubrí durante unos minutos inolvidables que mi prosa mental era capaz de navegar por superficies tranquilas tal como una barca se desliza velozmente por delante de un viento favorable. Libre y sin ataduras." 

París

Al fin iba dando ese paseo soñado y reconfortante al tiempo que las luces de la ciudad se iban encendiendo. Sí al fin estaba en París, la ciudad de la luz y el amor; escenario significativo en tantas películas y novelas. Y ahí estaba yo, recorriendo sus calles con mi libro de Enrique Vila-Matas “París no se acaba nunca”, la historia de un escritor incipiente en la que relata su andadura por París en su toma de contacto con el mundillo literario. Caminaba pensando y analizando la teoría del iceberg de Hemingway que tanto me marcó, en la que se afirma: "todo relato debe reflejar tan sólo una parte pequeña de la historia, dejando el resto a la lectura e interpretación del lector, sin evidenciar el verdadero fondo” tal y como sucede con un iceberg. Eso significa que debemos conocer y dominar todos los puntos de la historia de nuestros relatos, se lleguen a plasmar en palabras o no."
¡Todo era como imaginaba! Tenía planeado ir a la cafetería que describía en el libro y sentarme con el libro tan subrayado y tan querido por mí a tomar un croissant y un café con leche. Por supuesto iba a ir a los museos del Louvre y de El Museo de Orsay dónde están las obras de los autores impresionistas más relevantes. Subir a la Torre Eiffel. Montar en barco por el Sena, pasear por los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo, acercarme a Notre Dame, subir al barrio de Montmatre, ¡Oh, qué maravilla! Todo estaba siendo de ensueño.
Ya llevaba varios días y quería aprovechar por ver cada rincón el barrio latino, los inválidos. Me quedaba mucho por ver. El Panteón, El Palacio de Versalles, ¡uff! No tenía días suficientes para todo.
Todo iba pasando según lo planeado, pero me pasó algo curioso. Iba paseando tranquilamente con mi libro debajo del brazo, deteniéndome para ir ojeándolo de vez en cuando. En una de las veces que me detuve, me abordó una chica que me vio y me paró.
-Oye tú ¿Cómo te llamas?
-Enrique -dije- (Tomándolo prestado de mi tan querido autor) pensó
-¡¡Ah!!  Cómo el autor de tú libro. Ya veo, bueno no importa, verás...- dijo la muchacha en español, me estaba hablando en Español" "¿Cómo habrá adivinado que lo soy?" pensé
-...Te estaba viendo con ese libro y me he dicho; aquí llega otro español que viene a descubrirlo si es cierto el evocador París de la novela. ¿Estás haciendo tu viaje soñado emulando al personaje? Seguro que sí y es precioso, si es eso lo que estás haciendo. También lo he leído –dijo señalando el libro- y me encanta la idea.... No, no, no digas nada todavía,  verás, sé que no nos conocemos, deja que me presente, me llamo Isabel y te propongo algo.... No, no por favor, espera a que termine...
Hablemos en esa cafetería...-dijo señalando la que estaba justo en la esquina de enfrente.
-Vale, sí, vamos –contesté sorprendido. Tras entrar y tomar asiento, pidieron sendos cafés y la joven Isabel prosiguió con su charla:
- Disculpa que te haya abordado de esa manera, pero es que me encanta ese libro; el evocador espíritu de un París literario, de cafés lleno de escritores hablando y discutiendo de sus obras o política o vete tú a saber ¡¡me fascina!! Figúrate aquí entre ellos –dijo la chica repartiendo la mirada por el local con voz ensoñadora-, lo que representaría escucharlos...
-¡Uff!! Sí, sé a lo que te refieres; lo he pensado muchas veces. ¿Qué dirían? ¿Cuántos libros habrán surgido de una conversación así?
-¡¡Si!! Eso es, ¡exacto! A eso me refiero –dijo fascinada la muchacha.
-Sí, suena hermoso soñarlo, lo cierto es que he venido a eso precisamente, a sentarme en una cafetería y releer pasajes del libro tranquilamente, además de conocer lo más representativo de la cuidad, ya que no había estado nunca.  Es mi viaje soñado. Ya he visto casi todo.
-¿En serio? Sé que suena atrevido, pero si me lo permites te puedo acompañar, yo ya llevo varios meses aquí. Trabajo cuidando unos niños, pero ahora están de vacaciones así que dispongo de unos días libres. Si te apetece podemos evocar la parte que te falte del  libro. ¿Qué te parece?
-¡¡Oh!! ¿De verdad harías eso?
-Sí- me gustaría mucho
-Gracias, ¡¡sería fantástico!!
-Pues alé , como dicen aquí, ¡andando!
Recorrimos París de una forma diferente.  La novela era fabulosa pero Isabel me llevó por todos los rincones, calles estrechas,  cafeterías oscuras y con encanto que mi autor favorito había obviado y así tras cenar en un restaurante a orillas del Sena fuimos al lugar que más había marcado a mi joven guía. Isabel me llevaba agarrado de la mano cuando entramos al Montreux Jazz Café, un local que se mueve al ritmo de las leyendas musicales que han creado la inimitable magia del Festival de Jazz de Montreux durante casi medio siglo. El ambiente del interior era cálido y contemporáneo, en dónde se puede disfrutar la colección de archivos audiovisuales que la UNESCO ha añadido al Registro de la Memoria del Mundo en 2013, así como carteles e imágenes de conciertos que han marcado la historia de este singular evento suizo.
Y este lugar fue el hechizo que faltaba para caer rendido a la belleza de París: el Jazz ¡¡Ufff!! ¡¡Qué fuerte, mi debilidad!!
Y durante mi estancia, cada noche ese club fue nuestro sitio mágico. Y sí, ese fue sin duda el viaje de mi vida y a esa muchacha vivaracha llamada Isabel, la llevo desde entonces en mi recuerdo y corazón. 

sábado, 9 de septiembre de 2017

Acechando el Búho

Érase una vez un niño que paseaba por un bosque, lo iba atravesando porque le pareció el camino más corto para llegar al aserradero de su abuelo, pero pronto entendió que había sido mala idea, ya que iba anochecer y sería peligroso. Cuando quiso dar media vuelta ya había avanzado casi la mitad del trayecto y pensó que no le merecía la pena. Siguió avanzando, cantó un búho y pegó un respingo de la impresión. Un poco asustado siguió caminando despacio, procurando no tropezar ya que cada vez le costaba más ver por dónde pisaba; de repente volvió a cantar el búho y volvió a pegar un respingo porque creía que lo seguía. Nervioso se le aceleró el pulso y comenzó a dudar del camino que transitaba; ya se creía perdido cuando el Búho le habló:
-Creo que te has perdido niño- dijo el Búho
-No –contestó el pequeño- voy al aserradero de mi abuelo.
-No, no, por aquí no es.
-Y tú que sabrás- replicó el niño.
-Sí que lo sé –afirmó el Búho.
-Anda y déjame en paz - chistó el niño-, además los búhos no hablan, seguro que estoy soñando o me he dado un porrazo en la cabeza.
-No, no; estás despierto y no te has dado ningún golpe.
-¡¡Vaya!! ¿Y sabrías decirme el camino correcto?
-Claro que sí. Sígueme -Dice el Búho
El  niño le siguió, estuvo un tiempo andando hasta que por fin salió de la espesura del bosque a un claro y desde allí supo seguir hasta el aserradero del abuelo y el Búho se fue volando sin despedirse, porque sabía que lo volvería a ver.
El niño cansado vio el aserradero y corrió al encuentro de su abuelo que preocupado suspiró aliviado al verle llegar.
-¿Que te ha pasado?,  ¿te has perdido? –le preguntó el abuelo mientras le daba un abrazo.
-Sí, pero me ha sacado del bosque el Búho que me ha hablado y me ha guiado hasta aquí -confesó atropelladamente.
-Pero ¿cómo que habla un búho que te ha guiado hasta aquí? –preguntó incrédulo el abuelo- Eso no es posible.
-Sí,sí, ¡es cierto!, me ha hablado y me ha preguntado si estaba perdido y me ha sacado del bosque hasta el claro. –repuso el niño lloriqueando al creer que su abuelo pensaba que le mentía.
-Bueno, bueno tranquilo niño. Te creo, te creo
-¿Si?, ¿De verdad? –sonrió el niño al abuelo mientras pasaban a la casa para cenar.
Tras el susto el pequeño estaba muerto de hambre y sed, exhausto tras la aventura en el bosque, le dio las buenas noches y se acostó a dormir. Esa noche soñó que un búho gigante le perseguía, le hablaba y hacía aspavientos con sus alas.
Y ya desayunando le habló así:
-Abuelo, creo que deberías venir con nosotros, aquí apenas viene nadie, esto está muy sólo, ¿crees que el aserradero produce como para seguir aquí aislado?
-Esto es mi vida; es lo que he hecho siempre.
-Sí, pero ya es hora de cerrar y jubilarte y venirte a vivir con nosotros.
-Ya y llevas razón, ¿pero qué haría con esto? –dijo el abuelo señalando cuanto había a su alrededor
-¿Con esto? Nada, pues lo vendes o lo arrendas, pero debes venir
-Ya, ya, pero no están fácil como piensas. Te prometo que lo pensaré y ya iré pensando una solución
-¿Seguro? Mamá se quedará más tranquila, teme sólo la idea que venga aquí contigo
-¿Tú? A ti te gusta esto, ¿verdad?
-Sabes que me encanta; yo soy un poco solitario y a pesar del ruido de las máquinas, la paz que se respira aquí está muy bien.
-Yo te lo dejaría, pero no sé qué diría tu madre al respecto.
-Ya. Ella quiere que estudie para ingeniero, nada menos, puede tener muchas salidas para el campo.
-Si, te vendrá bien estudiar, nunca está de más. Piensa que siempre podrías sacar mayor partido a este viejo aserradero.
La mañana se la habían pasado charlando y llegó el momento de volver si no quería que se le hiciese tarde y pudiera volverse a perder. Haciéndose el valiente ante su abuelo, decidió volver por el mismo camino a pesar de todo lo pasado el día anterior.
-Adiós abuelo.
-Adiós nieto.
Emprendió el camino de vuelta a casa. Iba caminando por el claro, para meterse de nuevo en la espesura del bosque mientras barruntaba si no debería haber tomado el otro camino para volver a su casa sin pasar por medio del bosque, cuando el Búho se le apareció y le asustó.
-¡Ay!¿es que no tienes otra forma de aparecer que tan de repente?
-No, jeje- rió el Búho
-Ya ¿y ahora qué quieres?, porque sé por dónde voy, hoy no ando perdido
-Eso está bien, pero no es eso, es que ya que sabes mi secreto quería practicar contigo; tú no te asustas y puedo ser una gran compañía, puedo ver por lo alto, y avisarte de algún animal que te aceche.
-El único animal que me acecha eres tú. Pero bueno, si es compañía lo que buscas, que no se diga, que por mí no quedará.
-Bien, gracias, pero además te puedo ser útil
-Vale, ya te he dicho que “Sí”, ¿qué más quieres, hablar? Pues, venga guíame y mientras me podrías contar una historia. Me encanta que me cuenten historias.
-¡Uy! ¡Eso es lo mío chaval! Ahí me has dado bien en mi corazoncito, jeje -aleteó el Búho todo contento-. Verás, en lugar de comenzar con una historia de esas que empiezan con “Érase una vez...” te voy a contar la historia de mis antepasados:
>>La mía  es una especie de ave estrigiforme de la familia Strigidae. Somos unas rapaces de tamaño grande, distribuida por Europa, Asia y África. Somos más comunes en el noreste de Europa, pero también en la zona que rodea el Mediterráneo, incluyendo la península ibérica. Así es como llegamos aquí.  Nuestro nombre científico deriva de la onomatopeya de los sonidos que emitimos, y ya desde la Edad Media se nos conocía como bubo en los bestiarios. ¿Qué te parece?
-¡Uf! No sé, demasiado científico,  pero muy interesante, cuéntame más.
-Bien, sigo. El búho real puede encontrarse en múltiples hábitats, desde zonas semi-desérticas, bosques templados, estepas y hasta en la tundra. Aunque la presión antrópica ejercida durante la mitad del siglo XX hizo retroceder sus poblaciones, las cuales quedaron relegadas a ocupar únicamente las zonas montañosas más inaccesibles, actualmente se encuentra en un proceso de recuperación muy importante, recuperando gran parte de las zonas de su distribución.
O sea, para que me entiendas, que éste bosque ahora mismo es mi hábitat, es donde vivo, aunque yo soy un búho muy particular, aprendí a hablar por una hechicera que se encaprichó de mí y me robó del nido y me llevó a su casa, aquí en el bosque. Ella me enseñó a hablar, No es que me enseñara con paciencia y amor precisamente, sino que me hizo beber no sé qué bebedizo y salí hablando. Vamos lo que decís “cosas de brujas”.
-¡Guay! ¡Vaya! ¿Y qué fue de ella?


-Pues ella me crió y fui su mascota. No sé si sabrás que el bosque estuvo muchos años escondido entre brumas y el que aquí entraba, no lo contaba, aunque yo intentaba ayudarles cuanto podía pero ella siempre los descubría y perecían. La bruja tenía miedo a solo una cosa a ver su reflejo en cualquier superficie. Con el tiempo, llegó un joven a montar su pequeño negocio demostrando que no tenía miedo al frondoso y oscuro bosque, ni a las leyendas que contaban los lugareños sobre la bruja que habitaba este lugar. La bruja intentó asustarle y hacerse con él, pero no contó que él tenía un serrucho cuya hoja resplandecía como el mejor de los espejos y cuando intentó acecharle por la espalda, él la vio y se apartó dejando la hoja al descubierto que devolvió el reflejo de la bruja mostrando su fealdad. Así, al verse tal como era, gritando y maldiciendo en un lenguaje que no comprendí desapareció dejándome solo en este bosque. Bueno, yo ya sabía estar sólo por el mundo, y desde entonces guío a los que están perdidos, pero no les había hablado cómo a ti, tú eres especial, me has caído bien, y siento que vamos a entendernos
-¡Vaya! Jeje gracias por el honor que me haces. Gracias por la historia, me ha gustado mucho, es muy interesante. –dijo  el niño pensativo –Una cosa, el hombre del que hablas, ¿montó un aserradero? –preguntó el niño mientras veía sonreír al Búho.- ¿Sabes? A partir de ahora, pasaré siempre por aquí para visitar a mi abuelo hasta que decida si se viene a vivir con nosotros –concluyó el niño
-Sí, lo sé. Pues si le visitas a menudo, nos veremos y te contaré más historias. –dijo el búho elevándose entre los árboles mientras se despedía –Venga, un poco más que ya casi estás, desde aquí ya puedes ir sólo. Aquí te dejo. Hasta pronto. .
-Adiós y gracias por la compañía.
Y desde entonces, aunque el abuelo decidió quedarse en su aserradero, el niño sabe que el anciano está menos solo ya que vive vigilado por su nuevo amigo el Búho, que además espera siempre verle aparecer para acompañarle y guiarle en la espesura del frondoso bosque.


viernes, 8 de septiembre de 2017

El Sueño de un Poeta


Érase una vez un muchacho que vivía cerca del mar, era un auténtico poeta, su vida la dedicaba a escribir, aunque tenía un trabajo que no le llenaba, pero tenía que sobrevivir, La escritura no daba suficiente para criar a su hijo de 11 años al que compartía a pocos metros de su madre. Estaban separados. No había podido ser, les venció el desamor.
Había pasado un año desde que se separaran pero él no se desanimaba; era muy prolífico en su obra poética. Buceando en internet pensó en la posibilidad de buscar una oportunidad para publicar un libro con la recopilación de su obra, tras haber mostrado parte de lo que hacía en un blog. Y así se concentró en ordenar su obra y fecharla desde la primera poesía que le había dedicado a su primer amor. Era una labor ardua, tenía mucho material, pero se animaba, porque sentía que valía la pena. Debía luchar por su hijo y por él. Sentía que si todo salía bien le daría una gran satisfacción personal y además tendría una nueva oportunidad profesional, podría cambiar de nivel y calidad de vida porque podría trabajar en lo que realmente le llenaba.
Y ya cuando lo ordenó y fechó todo el material vio que era suficiente para un bonito libro. Estaba contento e ilusionado. Entonces llegó la segunda parte: encontrar una editorial que se lo quisiera publicar. Comenzó a enviar muestras a varias, pero no fue fácil, no era conocido y a cada puerta cerrada se desilusionaba y pensaba que se los tendría que auto-editar. Y así, como es de caprichosa la vida, cuando ya creía que sería inútil y estaba muy desanimado, apareció su musa, su salvación.
Estaba hablando con el barman de un bar desahogándose con él de que no encontraba un editor, cuando una chica joven y porque no, bien parecida en quien ya se había fijado al entrar pero no se había atrevido ni a mirar se dirigió a él.
-Perdona que me entrometa, te he estado escuchando y me gustaría leer algo de lo que lleves.
Le pilló por sorpresa. No se lo podía creer, alguien le quería leer y se sentaron en la mesa de un rincón; ella leyó en silencio mientras entre poesía y poesía degustaba su bebida. Cuando ya había leído unas cuantas hojas, las dejó sobre la mesa y le preguntó
-¿Lo has movido por las redes sociales? Facebook, Twitter, etc,
-Bueno, tengo un pequeño blog -dijo él-, y está gustando mucho.
-Eso está muy bien. Mira, yo tengo una pequeña editorial y creo que te podría ayudar. Lo que he leído me ha gustado mucho y creo que podría ir bien. Podríamos hacer una pequeña tirada y ver si se vende. Luego volveremos a hablar, te haré un contrato y seré tu agente. Y a partir de ese momento todo lo que escribas lo iremos viendo para futuras publicaciones.
Él no se lo podía creer, estaba feliz que por fin le hiciesen caso, y estuvieron en contacto a partir de entonces. Sabía que surgiría la magia entre los dos, le había gustado esa mujer tan emprendedora y decidida y pasó un mes cuando lo llamó por teléfono. <<Ha llegado el momento de elegir portada y tengo varias sugerencias; pásate por aquí.>> En su visita estuvieron charlando y descartando propuestas hasta dar con la que les gustó. Ya estaba tomando forma, iba a ser realidad.
Por fin llegó el día en que lo vio en sus manos. En dos semanas estaría en la calle. El pobre estaba de los nervios. De la tirada él se quedó con algunos, para repartir entre familia y amigos y por fin llegó el día soñado y esperado. Allí estaba su obra en los escaparates. En las tiendas, surgió el flechazo con el público, se los quitaban de las manos a los libreros y tuvo que pensar en otra edición, ya era una realidad, había gustado  y poco a poco fue cambiando su vida y se sintió pleno y feliz.
Surgió el momento de agradecérselo a su editora a quién en la presentación le dedicó unas palabras por ser la impulsora de su nueva vida a la que quedó agradecida por haber creído en él. Por su parte, ella restaba importancia a lo ocurrido, tan solo había hecho su trabajo. Ella se dedicaba a apostar por las personas. Y aunque parecía un poco mágico, siempre le había gustado implicarse,  y crear pequeños milagros, pero sobre todo no debía olvidar que su obra lo merecía, que era muy buena. Le instó a que se lo creyera y él contestó con una sonrisa que encendió la chispa de la magia entre ellos. Ya nunca se separaron y siguieron creando mágicos milagros que reflejaban en sus libros de poemas en los que ella fue definitivamente su musa.


jueves, 7 de septiembre de 2017

Reflejo bajo mi Ventana



Año, 2011 

En un susurro te canté 
una nana junto a tu almohada.
En un susurro dibujé 

un arco iris de ilusión bajo tu ventana.
En un susurro te soñé 

en mi vida por fin ya colmada,
de luz y color, 

de risas y caricias, 
de una carita infantil,
reflejada en el cristal de mi ventana.
Por ese reflejo te soñé, 

por ese reflejo me ilusioné, 
pero era eso, sólo un reflejo.
No había, susurros, 

ni nanas, ni arco iris, 
ni luz, color, 
risas, ni caricias.
Sólo el reflejo de una niña 

bajo mi ventana. 

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Caudal de Ausencias

Año, 2009

Caudal de ausencias,
mar de lagrimas reverberan,
en sus otoñales ojos que te nombran,
Cuan falta nos haces insigne niño,
eterno ya en nuestros corazones.
Madre, hermana, hoja, estío,
languidecen los días,
pero no así tu recuerdo.

Nuevos corazones renacen,
antiguos reencuentros,
Ilusiones de ayer,
vuelven a repoblar sus bosques,
esperando quedo de tu consejo,
amado niño,
siempre eterno en mi alma herida,
que no vencida,
un beso.
 

martes, 5 de septiembre de 2017

Sevilla

Año 2009

Revive en mi corazón
una llama, un suspiro.
Una fragancia con aromas de ayer.
Embriagada de un perfume de azahar,
recuerdos de antaño rememoro,
cual pétalos dormidos.
Ven dulce luciérnaga a cuidar mi castillo,
el castillo de mi corazón,
que está por él cautivo