Cuentos, relatos y poemas sobre la vida, el amor y desamor, a Dios y al hombre. Porque dentro de nosotros hay un mundo entero de palabras, que construimos con el corazón, con el alma y es que la mayoría de las veces no las sabemos decir de viva voz, y hay que escribirlas, porque sentimos a veces tan hondo que las palabras nos quedan cortas o simplemente no sabemos como decirlo para no herir, a veces hablamos sin pensar y al escribir elaboramos más lo que queremos decir.
sábado, 12 de agosto de 2017
El Aprendiz de Mago
Marzo 2007
Erase una vez, una madre que tenía un hijo que se llamaba Periquín, niño muy aplicado al estudio. Y un día le dijo su madre:
-Hijo mío, deseo que estudies una carrera para que seas un hombre útil. ¿Qué carrera quieres estudiar?
-La magia.
Entonces la madre preguntó a un maestro de magia si quería enseñar a su hijo.
-Sí -contestó el maestro-, pero con una condición.
-¿Cuál es?
-Que al cabo de un año tiene que venir a ver a su hijo, y si no lo reconoce, me quedo con él para siempre.
-Conforme.
Cuando se iba acercando la fecha convenida, Periquín se convirtió en un palomo, salió de casa del maestro sin que nadie lo viera, y fue a decirle a su madre:
-Ya está próximo el día en que usted tiene que ir a reconocerme. Ese día el maestro nos va a transformar a todos los estudiantes en palomos.
Después echará maíz en el suelo para que lo comamos; pero yo, en vez de comer, me entretendré en saltar por encima de mis compañeros. Y cuando el maestro le pregunte a usted que si me reconoce, diga que sí, que soy el que está dando saltos.
Fue la madre a casa del maestro y éste le llevó adonde estaban los palomos y le dijo:
-Uno de estos palomos es el hijo de usted, ¿Lo reconoce?
-Sí, es aquel que tanto salta. Y digo que es aquél, porque cuando era rapaz todo su afán era saltar por encima de sus iguales.
-Acertó usted, señora. Puede usted llevarse a su hijo, que ya sabe más magia que yo.
Periquín al marcharse con su madre, se llevó consigo el mejor libro de magia que tenía el maestro. Y cuando Periquín se vio en su casa, dijo:
-Madre con mi magia haré el bien y ya no habrá más miserias, ni pobres en el mundo, y me convertiré en seres fantásticos y animales preciosos llenos de colores, y le contaré mil cuentos a todos los niños, y volaré por todos los lugares conociéndolos y aprendiendo de su cultura. Gracias madre, por darme unos estudios, y hacerme un hombre de provecho.
La madre estaba conmovida por sus palabras y solo hacia llorar y llorar, no podía evitar que por sus ojos brotaran tantas lágrimas, pero se asombró que al caer al suelo éstas se convirtieran en flores, y supo que era obra de su hijo, y por esto no podía parar de llorar.
-Madre, antes de irme por esos Lugares, te dejaré acomodada en una buena casa, con vistas y una buena chimenea que te caliente, y con una buena compañía. Sé que le hubiera gustado tener más hijos, y que uno fuera una niña a la que pudiera mimar y hacerle preciosos vestidos, peinar, y charlar.
Y viajó a Londres, a París a New York, Italia, y Asia. Y en Asia al igual que en los demás lugares, tenían su zona turística, y su zona o barrios con las miserias que nos acompañan diariamente en nuestras vidas.
En Asia, encontró un orfanato, y en él una niña, una niña que al igual que los otros niños, se le quedaban mirando, con grandes ojos rasgados, cuando contaba sus fantásticos cuentos, y los ilustraba, con hermosos dibujos llenos de luz y de color. Y Periquín, se quería llevar a todos los niños, y hacer una casa preciosa para ellos, y vio que podía, que gracias a su magia, les podía dar el hogar deseado, con maestros buenos, llenos de sabiduría y bondad, y padres y familias amorosas y responsables, sabiéndolos llenar de amor, es todo lo que quería Periquín, un mundo justo e igual para todos.
Y le preguntó a esa niña de grandes ojos, si quería acompañarla, al hogar de su madre, que vivía sola, y aunque anciana era muy sabia, y amorosa, y también sabía contar cuentos, pues es la que le enseño a él. La niña, dándole un beso en la mejilla, le respondió que sí, que encantada, que sería su abuela, y Periquín se rió, llenándosele los ojos de lágrimas, y vio que al caer al suelo se convertían en flores y llenó el colegio de flores y árboles, para que los niños treparan por ellos y jugaran, y vio que cuando se alejaba, con la niña de la mano, las copas de los árboles se llenaron de niños, saludando con la mano.
Para que se hiciera más ameno y agradable la vuelta a casa de su madre, se convirtió en un pájaro espectacular, lleno de vivos colores, y subido en él la niña, que no paraba de sonreír, y alzar los brazos a modo de alas, y al final del camino, convirtió a la niña en una paloma blanca entrando por la ventana, en el hogar de la madre, y Periquín se la presentó.
- Madre, ésta es Rosa, y quiere quedarse aquí contigo, la madre la vio, le sonrió, y lloró abrazándola, y la habitación se llenó de flores.
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Lleno de amor al prójimo entre y a los más desfavorecidos, de como toda clase de poder bien empleado, es un milagro
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario
ResponderEliminarQué cuento tan bonito! Me ha encantado
ResponderEliminarMuchas gracias es un placer tenerte en este rincón de mi alma.
EliminarYo también hubiera encontrado a mi hijo saltarín
ResponderEliminarJeje. Muchas gracias. Por leerme y comentar. Un beso guapa.
EliminarFantástico. Me ha encantado.
ResponderEliminarEs un cuento que resulta entrañable.
Gracias.
Muchas gracias por comentar en éste pequeño rincón de mi alma 😊
EliminarFantástico y entrañable!! Me ha parecido maravilloso!!! 😘😊❤
ResponderEliminarMuchas gracias. Lo escribí por los años 80, las tenía guardadas en un cajón. Un beso 😘
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