Érase
una vez nuestra familia “R”, a la que ya os presenté en un cuento anterior, que
en esta ocasión iban al circo. Allí conocían a los mundialmente famosos
equilibristas Pepillo y Nico, que recorrían con el circo pueblos y ciudades.
Estos hacían un número muy difícil que consistía en contar cuentos con un
teatro de guiñol arriba en el alambre. Nuestra familia “R” los había conocido
en uno de sus numerosos viajes, pues les gustaba mucho viajar. Habían recorrido
Francia, los Países Bajos, Italia y Praga y se habían encontrado ya varias
veces con su espectáculo, al que acudían sin dudarlo, lo habían visto tantas
veces y lo disfrutaban tanto que solo les faltaba formar parte de él y subirse
también al alambre para salir de detrás del guiñol junto a su marioneta Pipo.
Nico y Pepillo les habían invitado a participar varias veces pero sus padres no
estaban del todo seguros de que esa fuera una buena vida para sus hijos, la
propuesta era para la familia entera, puesto que por medio de las letras podían
hacer más pedagógicos y divertidos a su vez los cuentos... figúrense unas
letras trapecistas y funambulistas, ¡¡sería la bomba!!
Este último encuentro estaban de espectadores cuando de repente uno de los trapecios va justo sobre la cabeza de “a1” con Pepillo suspendido por los pies de la tabla del trapecio, cuando hace “¡Ale-jop!” y coge a nuestra amiga por los brazos y la suspende en el aire, ¡madre mía! Qué impresión la del público que no tardó en romper el silencio con sus aplausos, mientras Pepillo y “a1” suben el trapecio; ya sentados sobre este, la pequeña cogida de la mano de Pepillo, como siempre había soñado, con una reverencia saludó al público. La madre se pegó un susto tremendo, pero de inmediato se olió que estaba preparado y ensayado, aunque no se explicaba desde cuándo, pero no pudo evitar dejar de reír y aplaudir y rendirse a la evidencia, su hija había decido ser trapecista. La función fue un éxito y no podían negar lo evidente. Estaban hechos para seguir los pasos de Pepillo y Nico.
Este último encuentro estaban de espectadores cuando de repente uno de los trapecios va justo sobre la cabeza de “a1” con Pepillo suspendido por los pies de la tabla del trapecio, cuando hace “¡Ale-jop!” y coge a nuestra amiga por los brazos y la suspende en el aire, ¡madre mía! Qué impresión la del público que no tardó en romper el silencio con sus aplausos, mientras Pepillo y “a1” suben el trapecio; ya sentados sobre este, la pequeña cogida de la mano de Pepillo, como siempre había soñado, con una reverencia saludó al público. La madre se pegó un susto tremendo, pero de inmediato se olió que estaba preparado y ensayado, aunque no se explicaba desde cuándo, pero no pudo evitar dejar de reír y aplaudir y rendirse a la evidencia, su hija había decido ser trapecista. La función fue un éxito y no podían negar lo evidente. Estaban hechos para seguir los pasos de Pepillo y Nico.
La
familia para no separarse de su hija se unió al circo y en él fueron muy
felices junto a Pepillo y Nico que eran inseparables, todos unos profesionales.
Y así viajaron y contaron muchos cuentos, pero no solo cuentos, puesto que la
fama de Nico le precedía de muchos años atrás de su andadura en otros circos
como trapecista en solitario contando diversas historias de todo tipo que
emocionaban y hacían llorar a quienes disfrutaban de su arte.
Superación personal y fusión de dos mundos
ResponderEliminarMuchas gracias por entrar y comentar. Un saludo
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