Clara se veía guapa. Se sentía bien consigo misma. Era modelo de una revista de moda de un diseñador de prestigio, en Madrid. Estaba casada con un hombre de mediana edad. Un vendedor de seguros. Ella era 20 años más joven y su marido en un momento dado la miró de arriba abajo y le preguntó ¿Así vas a salir? Y ella le contestó, sí. Y él Calló y miró para otro lado. Ella se reía y no se daba cuenta de que esto a él, le afectaba y así habían construido una vida de silencios y suspicacias. Ella no le daba importancia y se sentía así admirada, creyendo que eso era un halago, pero a él le hervía la sangre, cada vez que salía así a la calle, para él demasiado exuberante y llamando la atención y más porque, iban los compañeros, también modelos, que la acompañaban en los desfiles y a veces tenía que viajar, y aunque ella le decía que le acompañara.... Él precisamente la había conocido en un viaje, en un desfile, pero habían pasado 10 años y ya no se sentía tan joven y ella iba sola, en pases de provincias, a París, Roma, y él callaba siempre y esos silencios que tenían distintos significados para cada uno, es en los que habían construido una relación nada satisfactoria para ninguno de los dos, que iba minando sobre todo equilibrio psicológico de Jorge, en el que veía que estaba llegando a una situación que ella se le iba de su control.
Clara tenía sus salidas en las que se sentía libre, admirada, y plena, en una profesión que le daba muchas satisfacciones y que también pensaba disfrutar todo lo posible, ya que le quedaban pocos años en este mundo, tenía que haber estudiado algo y no que lo que le esperaba cuando su corta carrera de modelo acabase, era que se quedaría de ama de casa, con un marido con el que se aburría. Y Jorge ya sólo pensaba en su jubilación y en sus salidas a correr por el campo, o con la bicicleta, entrenar para la maratón, ya le quedaban pocos viajes con la maleta. Esa vida de viajante, vendiendo seguros no le satisfacía, aunque los últimos años y por la pandemia, se había tenido que reciclar y teletrabajar y era ya historia, la venta de seguros, puerta por puerta, ya se hacía todo por teléfono y correo electrónico y online, esto le había permitido estar más en casa y darse cuenta de las salidas de su joven esposa. Para Jorge correr y entrenar, era su vía de escape, él le reprochaba que se quedara acostada y saliera tarde y no quisiera nunca acompañarlo. A él le gustaba madrugar y salir a correr para entrenar. A Clara eso le aburría y le agotaba solo pensarlo. A veces se preguntaba como se había enamorado de alguien así. Pero le hacía gracia y él la quería mucho a su manera, pero también veía que otras parejas amigas tenían más complicidad entre ellos. Y ellos eso lo habían perdido o quizá nunca lo tuvieron. Clara lo achacaba a la diferencia de edad. Y así iban pasando los años. Y no sabían cómo arreglarlo. Con sus salidas cada uno se iba conformando. A Jorge le relajaba madrugar y correr y le causaba mucha satisfacción el participar en maratones y a ella sus salidas y pases y desfiles. Y así iban pasando los años. No se daban cuenta, que habían construido una relación a base de silencios y suspicacias, Jorge pensando si no habría tenido alguna relación con alguno de sus compañeros y ella sintiéndose aburrida y aunque le hacía gracia sus suspicacias, también se cansaba de que no confiara en ella.
Y lo que no se daban cuenta ninguno es que esa era una relación desgastada en que ninguno de los dos se sentía lleno y pleno y con confianza para hablar y ver si tenía arreglo o debían dejarlo.
Jorge pensaba que de un momento a otro Clara se iría y no lo podía consentir así que empezó a seguirla en sus salidas y cuando Clara llegaba a casa la sometía a un interrogatorio de a ver dónde había estado y con quien. Empezó a acompañarla y acaparar las conversaciones, lo cual a ella no le gustaba, pero callaba. Empezó a recogerla de los desfiles, no dejándola ir a culminar con una copa o cena como solía hacer. Clara se le fue estrechando el círculo de amistades ya no quería salir como antes con tal de que su marido no la pusiera en un compromiso, o ridiculizara o incluso había advertido que le cogía el móvil e intentaba acceder a él, pero no sabía el patrón de acceso y lo dejaba. Se le iba yendo la alegría, ya no se reía de lo que ya le parecía un acoso, no se reía por las suspicacias de él, esto era más serio, se sentía vigilada y veía que ya no tenía acceso a sus cuentas como antes, el debía haber hecho algo en el banco y eso ya era la gota que colmó el vaso, veía el cambio que había tenido él en unos meses y decidió abordarlo y preguntarle que le pasaba y él le dijo que se había cansado de que le tomara por el pito del sereno, que no quería compartir tiempo con él y que ella estaba desmadrada. Ella le pidió explicaciones sobre sus cuentas y él le pidió que dejara su carrera de modelo, que estaba desatendiendo la casa y a él. Y empezaron a discutir y en un momento dado él la empujó y ella cayó al suelo y se hizo una brecha en la ceja con el pico de la mesa. Se levantó aturdida y se fue a la calle sin nada, no cogió maleta ni nada y así llegó a casa de su madre que se asustó de verla así, sangrando, ella se dio una ducha, se cambió de ropa y seguidamente fue a la policía a denunciar el caso. Se puso también en contacto con un abogado amigo suyo y llorando le habló del cambio de actitud en los últimos meses de su marido y de lo que había hecho con sus cuentas. El se hizo cargo y pusieron una demanda contra él por acoso y se abrió un parte de lesiones y una demanda de divorcio, gracias a Dios ella había reaccionado y salió a tiempo de esa situación. Otras mujeres no lo hacían, se sentían minadas y culpables, pero Clara no y había salido a tiempo de esa relación.
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