Ya no soy la gacela
que cruzaba la pradera,
ahora soy hierba temblorosa
con la lluvia primera.
El coyote del miedo
ronca en mi oreja,
y mis huellas,
—antes seguras—
ahora son hojas
que el viento aleja.
¿Y si soy semilla
que el invierno aplasta?
¿Y si soy pájaro
con el ala quebrada?
Pero no…
Porque bajo la tierra,
aún tiembla la raíz,
y el roble que fui
no se rinde así.
Aprenderé de la enredadera,
que trepa despacio,
y del colibrí
que vuela cansado,
pero no se calla.
Mis huesos son troncos
que el tiempo restaurará,
mi sangre es savia
que volverá a latir.
Y aunque el lodo me jale,
y la noche me diga
que me quede quieta…
¡Yo seré tormenta!
¡Tormenta que revive!
que cruzaba la pradera,
ahora soy hierba temblorosa
con la lluvia primera.
El coyote del miedo
ronca en mi oreja,
y mis huellas,
—antes seguras—
ahora son hojas
que el viento aleja.
¿Y si soy semilla
que el invierno aplasta?
¿Y si soy pájaro
con el ala quebrada?
Pero no…
Porque bajo la tierra,
aún tiembla la raíz,
y el roble que fui
no se rinde así.
Aprenderé de la enredadera,
que trepa despacio,
y del colibrí
que vuela cansado,
pero no se calla.
Mis huesos son troncos
que el tiempo restaurará,
mi sangre es savia
que volverá a latir.
Y aunque el lodo me jale,
y la noche me diga
que me quede quieta…
¡Yo seré tormenta!
¡Tormenta que revive!
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