Se rompió el codo,
no el temple.
La herida abre su fuego,
pero la mano sigue escribiendo.
Dolor, viejo maestro,
tú que tallas estatuas
en la carne frágil:
hoy me inclino,
pero no me quiebro.
La fractura es un relámpago
que ilumina el hueso,
y yo, aprendiz de tormentas,
aprieto los dientes
y sostengo el cielo con el brazo sano.
Que vean:
no es valiente quien no cae,
sino quien se levanta
con el yeso como armadura
y el llanto convertido en semilla.
Agosto el cuerpo,
pero no la raíz.
La grieta será, al final,
el lugar por donde entre la luz.
no el temple.
La herida abre su fuego,
pero la mano sigue escribiendo.
Dolor, viejo maestro,
tú que tallas estatuas
en la carne frágil:
hoy me inclino,
pero no me quiebro.
La fractura es un relámpago
que ilumina el hueso,
y yo, aprendiz de tormentas,
aprieto los dientes
y sostengo el cielo con el brazo sano.
Que vean:
no es valiente quien no cae,
sino quien se levanta
con el yeso como armadura
y el llanto convertido en semilla.
Agosto el cuerpo,
pero no la raíz.
La grieta será, al final,
el lugar por donde entre la luz.
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