Colorin colorado

 

Se acabó
Debía retirarse
Debía dar paso a una nueva vida
Su tiempo había acabado.

Había una rosa que le dijo al sol:
—Calientas mis pétalos y me secaré y no me veré tan bonita como a primera hora, con el rocío de la mañana, que me hace estar brillante, tierna y jugosa.

Y el sol se retiró y llegó la luna
Y la rosa le dijo a la luna:
—¡Ay luna! mis pétalos se van a cerrar y tengo frío

Y la luna le dijo:
—Mandaste retirar al sol y en su lugar vine yo

—¡Ay! Pero yo lo que quiero es el rocío de primera hora de la mañana, para estar brillante, tierna y jugosa.

Y la luna le dijo:
—El rocío se produce por el frío de la noche y la primera luz del sol y no nos quieres a ninguno de los dos.

—¡Ay luna! Es que entonces me secaré y moriré —dijo la rosa

—Pero el sol hará que acuda la abeja y te polinice y diseminará el polen y nacerán otras, eso pasa con todas las flores,  mira las azucenas y margaritas.

—¡Ay luna! Pero ya no estaré yo, yo soy única, mira mis pétalos cuando les da el rocío de la mañana, es cuando estoy brillante, tierna y jugosa.

Y dijo la luna:
—Así es el ciclo de la vida. No puede parar por una flor. ¿Sabes? El mundo no para por nada, ni por nadie. Así es. Existe ese momento perfecto de comunión con la vida, pero tenemos que aceptar también los momentos de declive y en el que se nos sequen las hojas y morir para que nazca otra flor y salga yo y luego el sol y se produzca ese momento mágico del instante del amanecer en que cae el rocío de la mañana y ponen a las flores brillantes, tiernas y jugosas.

Y la rosa desistió al darse cuenta que su tiempo había terminado, que se acababa su tiempo de plenitud y empezaba el de declive y desaparecería y lloró, si es que una rosa puede llorar. Porque su tiempo terminaba, ya no se vería nunca más,  brillante, tierna y jugosa.