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Deshojándose las copas otoñales,
la lluvia tras el cristal,
veía la vida pasar.
Era toda fuerza,
un manantial.
Un torrente de vida que
se le escapaba nada mas brotar.
Con luces de bohemia
soñaba la vida retomar,
en cuanto pasaran las espinas del rosal,
el rosal de su vida,
que veía tras el cristal.
El rosal de su vida,
que un día vió brillar.
Casi que olvido el otoño. En Brasil hace mucho , pero mucho calor y aún no ha comenzado el verano.
ResponderEliminarGracias por pasarte y comentar. Me encanta el otoño. Un beso
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