El pueblo marroquí es sencillo
Y de sus gentes emana educación
Y caballerosidad
No he encontrado otra cosa que afecto por su parte y generosidad
Nace en mi corazón una sonrisa
Nace en mí mano, una amiga
Nace en mí, una ganas de caminar y volver
A estrechar lazos
Puentes con este pueblo amigo
En mi corazón queda su olor a especias
Sabor a pastela y cuscus
En mi corazón queda la gratitud hacia este pueblo hermano
Su amistad y ya siempre amor por sus gentes
Ojalá no tengan que emigrar más
Ojalá no tengan que echar a sus hijos al mar
Ojalá este pueblo hermano sane
Y su tierra rica en especias
Sea próspera y sus niños puedan estudiar
Puedan trabajar y quedarse en esta tierra
Y como cualquiera pueda emprender un oficio
Y prósperar
Le deseo lo mejor a este pueblo que siento hermano
Y que pronto pueda volver a visitar
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Vejer de la Frontera y Chaouen: la leyenda de una gran historia de amor
Aveces llegamos a una ciudad desconocida, pero que nos recuerda a otra donde hemos estado anteriormente. No sabemos si se debe a sus calles semejantes, una arquitectura parecida, las sonrisas idénticas de sus gentes o el ambiente que se respira, pero nos evoca inevitablemente a otro lugar del planeta.
Es lo que sienten muchos viajeros que, cuando conocen Marruecos, insisten que Chaouen y la gaditana Véjer de la Frontera parecen ciudades hermanas, sin saber que a ambas les une una gran historia de amor.
Los mismos recovecos, calles estrechas e idénticas casas encaladas, aunque en el caso de Chaouen pintadas de un azul intenso. Imposible hacer un viaje a Chaouen y recorrer la ciudad sin que, en algún momento, nos asalte el recuerdo de Vejer de la Frontera. Dos lugares parecidos y una leyenda que puede explicar el hecho de que ambas se miren como reflejadas en un espejo.
El emir y la noble
Para encontrar el origen de Chaouen hay que remontarnos a la península ibérica. En el lugar que hoy ocupa la ciudad de Vejer de la Frontera, dominada por los árabes durante más de cinco siglos, vivía Catalina Fernández, una hermosa muchacha de clase noble que llamó la atención del emir marroquí Sidi Ali Ben Rachid. Los jóvenes se casaron, ella se convirtió al Islam, cambió su nombre por Lalla Zhora y comenzaron a vivir una bonita historia de amor frenada por la Reconquista, que les hizo huir a Marruecos.
El matrimonio se asentó en una población bereber, junto a una colina. El emir fue teniendo cada vez más poder, pero Lalla Zohra se encontraba cada día más triste. No podía olvidar la tierra que la había visto nacer ni sabía cómo dejar atrás esa nostalgia que le acechaba día tras día.
Preocupado por la salud de su mujer Rachid tomó la decisión de recrear su pueblo natal e hizo construir una población a su imagen y semejanza, con un trazado de calles irregulares y casas blancas que fueron teñidas de azul como gesto al pueblo bereber que tan bien les había acogido. Una vez que la ciudad estuvo construida publicó un edicto dando la bienvenida a los expulsados de Al-Ándalus, que comenzaron a llegar en masa a su nuevo hogar.
Marroquíes, andaluces y judíos
La población, asentada sobre 40.000 m2, pronto alcanzó los 10.000 habitantes, 6.000 de ellos marroquíes, 3.000 andaluces y 1.000 judíos. La ciudad de Chaouen fue fundada oficialmente en 1471, y todos sus habitantes juraron fidelidad a Rachid ante los imanes, cadis y representantes de cada religión.
Durante el reinado de Rachid Chaouen conoció tres grandes éxodos y otro más durante el reinado de su hijo Mohamed. Cuenta la leyenda que el lugar era tan parecido a aquella otra localidad de Al-Ándalus, replicada en sus calles y casas de estilo andalusí, su cultura, su artesanía y su música, que nadie se sentía forastero.
Lalla Zhora ya no tuvo más motivos para llorar, aunque quizá lo hubiera hecho de emoción al saber que Chaouen y Vejer de la Frontera fueron hermanadas oficialmente recién estrenado el siglo XXI. Para muchos, el reconocimiento público de las instituciones a una gran historia de amor.
Chaouen y Vejer de la Frontera, dos ciudades con un destino en paralelo. Imposible recorrer una sin acordarse de la otra porque ambas se miran, reflejando la leyenda de un amor que logró salvar las distancias entre Marruecos y España. La historia de un emir enamorado que quiso regalarle a su esposa el espíritu de su tierra natal y construyó, en vez de una simple copia, una ciudad con personalidad propia e inquebrantable al paso del tiempo.
Fuente:Siente Marruecos